domingo, 26 de abril de 2015

Crítica a las clases de filosofía.

     Hacer una crítica, supuestamente constructiva, a una persona a la cara, o a la pantalla en este caso, es un poco difícil (sobretodo si te van a evaluar por ello). A pesar de esto allá vamos.
   
     Lo que menos me gusta de mis clases de filosofía supongo que es la presión, tener constantemente la palabra selectividad en la cabeza es posiblemente lo más tedioso de segundo de bachiller, evidentemente es algo más general que englobaría a más asignaturas pero, en el caso de que haga selectividad, filosofía es la que más tiempo de estudio conlleva de las que voy a elegir, así que es un punto en contra.
    Algo que no me gusta respecto al profesor es el tono irónico en algunas de las explicaciones *ejem* Marx *ejem*. No es que no me guste, el problema es que parece que la gente no sabe asimilar ese tono irónico si lo que se ridiculiza son creencias propias y de ahí, las clases que intentan hacer pensar al alumno, lo único que consiguen es tener a 40 adolescentes de morros a los que no les gusta Marx o el filósofo en cuestión.
     Y ya que hablamos de los alumnos, me irrita de sobremanera esa manía de pedir que se vuelvan a dictar las cosas cuando todavía no se han explicado, o peor aún, cuando están copiadas en la pizarra, pero lo de despegar la vista del cuaderno es muy difícil y dejar un espacio que puedas completar después también.
     Hecho también en falta tener material de apoyo, aparte de los apuntes, a la hora de estudiar. Está bien dejar de subrayar el libro y copiar tal cual a modo de resúmenes pero por otra parte me fío más de lo que me ponga en el libro o en las hojas que me pueda aportar el profesor que en los apuntes que haya ido redactando a lo largo de las clases.
     No me gusta no poder comentar, tras una explicación, cosas en bajo con los compañeros de al lado, entre iguales, alumnos con alumnos, es más fácil poner las ideas en común que con el profesor. Supongo que nos ayuda a entender de una manera más coloquial lo que nos acaban de explicar y es más cómodo exponer tus dudas ante un compañero que ante 20 personas y el profesor.
     Por último, lo que no me gusta es tener que evaluarme y jugarme en un sólo examen toda la evaluación, demasiados contenidos, demasiados exámenes al mismo tiempo y demasiado agobio sumado al que ya llevamos con la palabra mágica, SE-LEC-TI-VI-DAD. No, gracias.

     Y hasta aquí mi humilde crítica a las clases de filosofía.

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